Publicación: El Mercurio. En sus cinco años como consultor medioambiental y académico del área, Patrick Spencer, profesor de la Universidad Andrés Bello, se dio cuenta de que la gente tenía dificultades para tomar acción por el planeta. "Son temas tan complejos y tan del mundo de la academia que muchas veces la gente se pregunta qué puedo hacer yo si soy un carpintero, un psicólogo o un ingeniero. De ahí sale la idea de hacer una app." dice Spencer.
2030 Challenge es el nombre de la aplicación que lanzó el arquitecto en enero de este año. La plataforma, que se puede descargar gratuitamente para Android o iOS, enseña sobre los principales problemas que afectan al planeta e invita a realizar acciones concretas para combatirlos. Un ejemplo es la sección "Qué puedo hacer yo", donde se indican acciones simples para ayudar a combatir el problema consultado, como por ejemplo, plantar un árbol para luchar contra la deforestación. "Es como una pequeña plataforma de bolsillo para que todos puedan entender de manera simple de lo que estamos hablando" dice Spencer, de 29 años, quien ya piensa en cómo escalar su emprendimiento. "Perfectamente lo veo en colegios, donde los profesores les dicen a los alumnos que saquen los teléfonos, escojan una categoría y hagan un trabajo al respecto", cuenta el arquitecto, cuyo camino en el área comenzó cuando estaba en la universidad. "En mi proyecto de título hice un trabajo vinculado a temas de sustentabilidad, después me fui a Toronto a trabajar con una ONG y quedé motivado y también deprimido por todo lo que entendí sobre el tema. Finalmente, me fui alejando de la arquitectura y entendí que puedo trabajar y generar un impacto desde el mundo de la sustentabilidad". Publicación: La Tercera. La Tierra está enferma, ya no es ninguna novedad. Hemos diagnosticado al paciente y, al parecer, tiene un severo caso de “humanos”. Sin embargo -y a pesar de que seamos una de las principales causas de su enfermedad- simultáneamente estamos tomando el rol de doctores, intentando encontrar el mejor tratamiento posible.
Al igual que un niño que se encuentra desarrollando un cuadro de fiebre, la temperatura promedio superficial de la Tierra va en un aumento progresivo. Las causas y consecuencias de esta enfermedad son de conocimiento público. El aumento en emisiones de gases efecto invernadero ha alterado los patrones climáticos, derritiendo hielos y aumentando el nivel del mar, entre otras consecuencias. Sin embargo, no muchos conocen sobre el tratamiento que este paciente enfermo necesita, ni sobre la expectativa de vida que tiene. ¿Qué tanto le tenemos que bajar la temperatura a la Tierra? Actualmente, nos encontramos en un estado de sobrecalentamiento de aproximadamente +1°C en comparación a temperaturas preindustriales, anomalía que ya está mostrando importantes secuelas medioambientales. En el año 2015, se llevó a cabo la COP 21 en París, cumbre medioambiental donde se estableció como meta crucial mantener la temperatura de la Tierra en un umbral máximo de +2°C. Luego, en 2018, se publicó un reporte del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) advirtiendo sobre los peligros de llegar a los +2°C, haciendo énfasis en que el objetivo debiese ser limitar el aumento de temperaturas a +1,5°C. Las diferencias entre ambos umbrales serían considerables: las olas de calor aumentarían en 2,6 veces y el nivel del mar en 60 mm adicionales, la pérdida de biodiversidad podría llegar al doble y los arrecifes de coral podrían desaparecer prácticamente por completo. Entonces, las pregunta que muchos se hacen son: ¿estamos cumpliendo los compromisos suficientes para limitar estas catástrofes medioambientales? y ¿podremos llegar a limitar la temperatura promedio hasta +1,5°C? La respuesta no es muy auspiciosa. En base a las políticas globales actuales, nos encontramos en vías de llegar a una anomalía de temperatura de +3,3°C a fines de este siglo. Incluso si es que hacemos la suposición que todos los países se comprometerán a llevar a cabo las políticas más optimistas, que han sido presentadas hasta el momento, estaríamos hablando de un aumento de aproximadamente +3,0°C. Las organizaciones científicas que han calculado estas proyecciones incluso señalan que son escenarios conservadores, advirtiendo que, si no se incorporan oportunamente políticas de reducción de emisiones de gases efecto invernadero, podríamos fácilmente llegar a un escenario de +4,0°C. A nivel país, el comportamiento de Chile en cuanto a políticas de cambio climático se encuentra catalogado como “altamente insuficiente” para cumplir las metas propuestas en la COP 21. De hecho, como métrica referencial se señala que, si todos los países del mundo tuviesen el nivel de acción que tiene Chile, llegaríamos a superar los +4°C a fines de este siglo. En diciembre de este año se celebrará la COP 25 en Chile. Sin embargo, todavía está por verse si será una verdadera ocasión de celebración. Es evidente que nuestras ambiciones actuales no son suficientes para compensar el impacto medioambiental que hemos generado en el planeta. Por lo tanto, es fundamental enfatizar la urgencia por tomar acción, y por, sobre todo, respaldar esas buenas intenciones con políticas, leyes y herramientas de gobernanza que obliguen a cumplir los objetivos necesarios para comenzar a resolver este problema. Aun así, fuimos testigos de cómo en la misma COP 21 -donde se firmaron acuerdos legalmente vinculantes- hubo países que posteriormente decidieron no cumplir con sus compromisos de reducción de emisiones. Esperemos que, en esta ocasión, no nos quedemos en buenas intenciones y entendamos que no solo se encuentra en juego nuestro medioambiente o el mundo natural, sino también nuestro propio bienestar y capacidad de subsistir como especie. En muchos sentidos, somos el virus que tiene a este paciente con fiebre. Ahora tenemos que darnos cuenta de que también podemos ser su doctor, ya que está a nuestro alcance el tratamiento. Publicación: Revista del Cobre y la Industria. LA MADERA EN EL FUTURO
Para el académico de la carrera de arquitectura de la Universidad Andrés Bello, Patrick Spencer, es interesante el cambio de paradigma que empieza a gestarse a partir de estos proyectos. "El rubro de la construcción en general es bastante normado y tradicionalista; cuando se trata de incorporar nuevos materiales, puede ser complicado, por lo que hacerlo desde el ámbito social es un muy buen referente", acota. "Si bien no hay mucha información con respecto al Edificio Icónico Rancagua, en definitiva es prometedor el concepto". El CLT o madera contra-laminada tiene diversas propiedades que hacen más eficiente el manejo de la temperatura en las viviendas, por su menor conductividad térmica en comparación a otros sistemas tradicionales. Además, se logra reducir bastante la huella incorporada de CO2", destaca el arquitecto y docente de la UNAB. No hay que desconocer que en general, existen falsas creencias con respecto a las construcciones en madera. Las principales tienen que ver con lo que pasa con este tipo de viviendas ante un incendio o terremoto. Sobre esto, Spencer señala que ante el fuego, existen regulaciones normadas que todo tipo de construcción debe cumplir. "Es lo mismo que con el hormigón u otros materiales, se deben respetar las normas F60, F90, F120 según corresponda (que se refiere a los minutos que una estructura debe resistir antes colapsar) que aplica como reglamentación obligatoria", explica. Ante movimientos telúricos, el académico señala que la madera tiene propiedades anti-sísmicas naturales. "Este material combina resistencia y flexibilidad, por lo que disipa las ondas sísmicas de buena forma. Como puede oscilar con mayor facilidad que otras estructuras, la tendencia es creer que es menos resistente o seguro, pero es todo lo contrario", concluye el especialista. (Página 49 -51) |
AutorPatrick Spencer Grove Archivos
November 2022
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