Transmisión: Radio Pauta. Conversamos junto al arquitecto Patrick Spencer sobre cómo el aumento de las temperaturas puede afectarnos y las medidas que podemos implementar para hacer frente a las olas de calor en las ciudades.
Publicación: Campus Creativo. La responsabilidad ambiental en los espacios que habitamos y en el uso de los elementos que le dan forma, se vuelto un tema cada vez más importante, en medio de la mega sequía de Chile y cambio climático el llamado es a usar los recursos de manera responsable. La respuesta parece estar en la Arquitectura sustentable, pero ¿qué es?, ¿cómo nos impacta?, ¿es más cara?
Al respecto habla Patrick Spencer, arquitecto y docente de Campus Creativo que ha enfocado su desarrollo profesional a la sustentabilidad, a educar en torno al medioambiente, con el desarrollo de una metodología para medir la adaptación al cambio climático que tienen las viviendas en Chile; y la creación de la APP “2030 Challenge”. ¿QUÉ ENTENDEMOS POR ARQUITECTURA SUSTENTABLE? En términos generales, arquitectura sustentable se puede referir a cualquier tipo de arquitectura que intenta tomar en consideración aspectos medioambientales en su diseño. Este término puede resultar bastante ambiguo, puesto que el concepto de “sustentabilidad” puede diferir considerablemente dependiendo de quien lo usa. No obstante, en rigor, la sustentabilidad tiene tres dimensiones: social, económica y medioambiental, a pesar de que en general se vincule únicamente con esta última. Un ejemplo práctico para entender la relevancia de estos tres pilares sería imaginar que se diseña una vivienda extremadamente sustentable en términos medioambientales (con un reducido consumo energético, altos niveles de confort y baja huella de CO2) pero que sea extremadamente costosa y exclusiva. Esto generaría que la vivienda no sea replicable de forma masiva y que seguramente sería asequible para un bajo porcentaje de la población, lo cual por supuesto juega en contra del propósito de base. Por lo tanto, resulta lógico entender la arquitectura sustentable como aquella que es capaz de diseñarse, aplicarse y sostenerse en el tiempo, tanto debido a su bajo impacto medioambiental, así como también a su aporte social y viabilidad económica. ¿QUÉ ELEMENTOS DENTRO DE UN ESPACIO HACEN QUE SE PUEDA CALIFICAR COMO SUSTENTABLE? Probablemente lo primero que se imagina una persona cuando le mencionan el concepto de “sustentable” sería unos paneles solares en el techo de un edificio, sin embargo, la arquitectura puede reducir los requerimientos energéticos – y de otros recursos – de antemano, con un buen diseño. Dependiendo del objetivo que se intente lograr, los espacios arquitectónicos pueden incorporar una gran variedad de estrategias de diseño sostenible. Si el objetivo es reducir el consumo energético y maximizar el confort térmico interior, el proyecto debe ser diseñado de acorde al clima de ubicación, considerar la geometría del diseño para maximizar y/o controlar las ganancias solares y por supuesto utilizar materiales adecuados según las condiciones ambientales. En materia de iluminación natural, el diseño de ventanas, lucarnas y otros elementos traslúcidos según orientación puede ayudar a incorporar este recurso natural en los espacios interiores, minimizando la necesidad de utilizar iluminación artificial. La ventilación natural mediante la ubicación adecuada de aperturas puede ser clave en mantener una buena calidad del aire interior, además de ayudar a regular temperaturas interiores. Existe un sinnúmero de estrategias como estas, que pueden hacer que un espacio funcione de forma más sustentable y consciente con el medioambiente. ¿CUÁL ES SU RELEVANCIA DADO EL CONTEXTO ACTUAL, MEGA SEQUÍA Y CAMBIO CLIMÁTICO, DE CONSTRUIR DE MANERA SUSTENTABLE? La arquitectura sustentable ha tomado gran relevancia en el último tiempo. Progresivamente, se está transformando en algo que no se considera solo un aporte adicional que entrega plusvalía, sino que más bien se está entendiendo como algo que es necesario. El diseño de un proyecto puede – y hoy en día debería – contabilizar efectos adversos del cambio climático. Para los potenciales aumentos de temperatura, una edificación puede contar con un buen diseño de protecciones solares y cristales eficientes. Para minimizar el consumo hídrico debido a las sequías, se pueden incorporar artefactos sanitarios eficientes y un sistema localizado de reciclaje de aguas grises. Por tanto, es importante diferenciar entre los conceptos de mitigación y adaptación al cambio climático y cómo la arquitectura puede responder a ellos. En términos prácticos, mitigación se refiere a los esfuerzos que podemos hacer para reducir las emisiones de gases efecto invernadero producto de la construcción y el uso de las edificaciones. En este contexto, es importante analizar la huella de CO2 de la construcción de proyectos y su estándar de eficiencia energética para garantizar que tenga un bajo consumo energético y, por lo tanto, menores emisiones. Por otro lado, la adaptación se refiere a reconocer que, inevitablemente, efectos del cambio climático ya se están sintiendo en distintos lugares del mundo. Por lo tanto, la arquitectura se debe diseñar para resistir estos embates, como lo son los desastres naturales tipo inundación, huracán, deslizamiento de tierra e incendio forestal. ¿QUÉ BENEFICIOS, A MEDIANO Y LARGO PLAZO, TIENE CONSTRUIR DE ESTA MANERA? Como se trata de un tema transversal, el diseño de espacios considerando estas variables puede traer diferentes beneficios, tanto monetarios, como también medioambientales y humanos. En primer lugar, la arquitectura sustentable que tenga consideración por el uso de la energía y los recursos naturales seguramente logrará ahorros en cuanto a costos de operación y uso del edificio, como climatización, iluminación, agua u otros. En segundo lugar, esto implicará un menor impacto medioambiental, ya sea en cuanto a emisiones de gases efecto invernadero como también uso del recurso hídrico. Finalmente, existen varios beneficios de largo plazo a nivel humano que se pueden obtener al diseñar un espacio de manera sensible y consciente. Destinos estudios han demostrado categóricamente que, por ejemplo, tener un espacio con buenos niveles de iluminación natural y confort visual genera un incremento en la productividad en espacios laborales. Asimismo, niños que tienen acceso a iluminación natural en sus salas de clases muestran un mejor desempeño académico. Incluso pacientes de recintos hospitalarios que tienen vistas al exterior y mejores condiciones de confort suelen requerir de menor mediación para el dolor. Esto demuestra que los beneficios de construir de manera responsable son tanto inmediatos como futuros, y que son de diversa naturaleza: económica, social y medioambiental. Transmisión: Radio Pauta. Conversamos junto al arquitecto Patrick Spencer sobre cómo medir la adaptación de viviendas al cambio climático.
Básicamente cuando se discute sobre el cambio climático y sus potenciales soluciones, se habla sobre reducción de la huella de CO2, descarbonización de nuestros sistemas energéticos o de transporte, migración a energías renovables, etc. Estos esfuerzos se encontrarían dentro de lo que se conoce como “mitigación”, es decir, intentar mitigar o reducir las causas que generan el problema que uno está intentando resolver. Evidentemente esto es clave y un esfuerzo necesario, a corto, mediano y largo plazo. Tenemos que implementar cambios sociales, económicos y culturares que nos permitan reducir nuestro impacto en el medioambiente. No obstante, esto hace que muchas veces se nos olvide la relevancia que tiene la otra cara de la solución, que justamente tiene que ver con adaptación. La adaptación al cambio climático nace de reconocer que, incluso si pudiéramos reducir nuestras emisiones a “0” desde hoy, de todas maneras tendremos que enfrentar importantes consecuencias el día de mañana, de hecho, las estamos sintiendo hoy. Esto tiene que ver con temas como contaminación atmosférica, salud, déficit de agua y comida, y también, la ocurrencia de eventos climáticos extremos. Los desastres naturales que pueden ser potenciados por el cambio climático han aumentado de manera considerable durante los últimos 30 años, afectando en general a la población más vulnerable del planeta. Por lo mismo, es tan relevante no solamente preocuparse de la mitigación del cambio climático, sino que también de evaluar cómo nos tenemos que adaptar a sus efectos para asegurar el bienestar de nuestra especie. Publicación: Prensa UNAB. El docente de Arquitectura del Campus Creativo, Patrick Spencer, desarrolló esta metodología que permite evaluar los riesgos que tiene una vivienda ante amenazas producidas por el cambio climático tales como calor extremo, incendios, inundaciones y deslizamientos de tierra.
El profesor Patrick Spencer – quien impartirá el ramo “Redes y Sistemas” de la carrera de Arquitectura UNAB – regresó recientemente a Chile luego de estudiar un máster en Ciencias sobre Diseño e Ingeniería Medioambiental (MSc) en la University College London (UCL). Allí, desarrolló un proyecto de investigación que resultó en la creación de una metodología para medir la adaptación al cambio climático que tienen las viviendas en Chile. “No quería limitarme a un paper que probablemente pocos iban a leer. Me interesaba que, de alguna forma, todo el estudio y trabajo desarrollado pudiera transformarse en un instrumento utilizable por la ciudadanía”, cuenta. Además, el profesor del Campus Creativo señala que, cuando se discute sobre el cambio climático y sus potenciales soluciones, se habla generalmente de medidas como la reducción de la huella de CO2, la descarbonización de los sistemas energéticos o de transporte, la migración a energías renovables, etc. Estos esfuerzos de mitigación, dice, son necesarios e importantes, sin embargo, “esto hace que muchas veces se nos olvide la relevancia que tiene la otra cara del problema, que justamente tiene que ver con adaptación”. “La adaptación al cambio climático nace de reconocer que, incluso si pudiéramos reducir nuestras emisiones a cero desde hoy, de todas maneras, tendremos que enfrentar importantes consecuencias el día de mañana. De hecho, las estamos sintiendo hoy”, explica Patrick Spencer. Dentro de estos efectos se encontrarían temas relacionados con la contaminación atmosférica, la salud, el déficit de agua y comida, y también la ocurrencia de eventos climáticos extremos. Y es sobre esto último que el profesor decidió centrarse en su investigación, ya que, asegura, “los desastres naturales que pueden ser potenciados por el cambio climático han aumentado de manera considerable durante los últimos 30 años, afectando en general a la población más vulnerable del planeta”. CÓMO FUNCIONA LA MEDICIÓN La herramienta creada por Patrick Spencer se enfocó en Chile debido a que reúne 7 de las 9 condiciones de vulnerabilidad ante el cambio climático definidas por las Naciones Unidas. “Tenemos un país bastante singular en aspectos geográficos y naturales, con una costa muy extensa en el Oeste, cordillera de los Andes en el Este, el desierto más seco del mundo en el Norte y bosques Patagónicos en el Sur. Esto hace que nuestro territorio tenga vulnerabilidad en temas de inundación, aluviones, incendios forestales y otros desastres naturales”, puntualiza el docente. La herramienta consiste en un instrumento en base a Excel que reúne información sobre una vivienda para entregar resultados sobre la capacidad de adaptación al cambio climático que tiene ésta. Para ello, cuenta con cuatro etapas: Ubicación, Tipología, Características y Resultados. En cuanto a la Ubicación, por el momento sólo están disponibles las ciudades de Antofagasta, Coquimbo, Santiago, Coyhaique y Punta Arenas. Éstas fueron seleccionadas tomando la división de cinco macrozonas climáticas realizada por el Ministerio de Energía en su Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático. “Me pareció importante tomar este marco de análisis y seleccionar al menos una ciudad de cada una de estas macrozonas. La selección de cada ciudad específica fue en base a la mayor densidad poblacional censada en cada zona”, explica Patrick Spencer. RESULTADOS Y PLANES A FUTURO En el ítem de los Resultados, la herramienta entrega un nivel de riesgo para cada una de las amenazas evaluadas que, en el caso de Chile, son: Calor extremo, Incendio, Inundación y Deslizamiento de tierra. Esto se representa mediante dos juegos de gráficos: el primero ilustra el nivel de riesgo actual que tiene la vivienda ante un evento determinado, mientras que el segundo muestra la reducción de riesgo que sería posible, si es que la vivienda fuese optimizada. “El objetivo es dar a entender al usuario cuales podrían ser los caminos a seguir para disminuir el riesgo ante algunos de estos eventos. Por ejemplo, en calor extremo, se puede recomendar el uso de protecciones solares para reducir temperaturas interiores de la vivienda. O, en el caso de incendio, se recomienda el uso de materiales ignífugos o zanjas cortafuego entre predios, etc.”, señala. Finalmente, sobre los planes a futuro para el uso de esta herramienta, Patrick Spencer quiere solidificar su estructura para hacerla más robusta, incorporar más localidades para enriquecer los alcances de análisis, hacer nuevos casos de estudio – ya ha concretado ocho – y proponerlo como proyecto piloto o integrarlo a posibles políticas públicas mediante alguna institución como el Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Creating a methodology to assess climate change adaptation capacity of residential infrastructure12/18/2020
Publicación: MC2020 Masters Conference, People and Buildings. Abstract: Extreme weather catastrophes have been rising in the past years, as well as the global population that lives in cities. Therefore, we must prepare for the future through systems that help us measure the level of preparedness our infrastructures have to withstand threats related to climate change. A methodology was implemented to design a climate change adaptation evaluation framework for residential infrastructure, which consists of a versatile and straightforward Excel-based tool. The tool shows promising indicators of being a useful instrument to understand climate change-related threats that may affect a dwelling according to location, typology and, inputs such as construction, context and other factors. Areas for improvement are mainly related to input data and its preciseness, the correct interpretation of input selection and the representation of risk in percentage form, which could be questionable.
Publicación: International Living Future Institute. Patrick Spencer Grove, LFA
Why did you choose to pursue LFA? I decided to go after the LFA because it presented an opportunity that I had not seen before: To take part in the critical challenge that is to imagine, design and create a regenerative future. I realized that most platforms and instruments we have today, mainly focus on the mitigation of our negative impact on the environment. On the other hand, LFA allows us to have a more holistic and meaningful approach to the problem. How did you earn General LFA credits? (locally, online, etc.) I earned most of my LFA credits online. This was by studying, reading case studies and attending courses, among other activities. This allowed me the flexibility to earn my LFA at my own pace and while I was working full time. How has achieving LFA impacted you and your work? Achieving the LFA had a considerable impact on my way of viewing the current environmental crisis and how we decide to face that issue. It certainly allowed me to have a richer understanding of the necessary steps in order to address these challenges in the built environment context and in other sectors as well. As an undergraduate university professor on environmental design, it has also challenged me to question the role that education has to play in preparing future professionals to address these issues. What's next for you? On the academic aspect, I plan to continue instilling the learnings that I have taken from achieving the LFA, into my classrooms. On the professional aspect, I would like to certify the first LBC project in my home country and help this regenerative philosophy to further spread through our continent. What's your biggest inspiration? My biggest inspiration for continuing working on this challenge is to see the vast amount of LFA professionals around the world and their tireless efforts to continue working towards a regenerative future. Although many of us come from different places and disciplines, there is a sense of unity and teamwork in seeing how so many people are committed to this cause. www.education.living-future.org Publicación: Prensa UNAB. Patrick Spencer, experto en sustentabilidad y académico del Campus Creativo, desarrolló 12 eventos dirigidos a jóvenes y adultos para generar conciencia sobre esta temática y la crisis medioambiental actual.
El académico de Arquitectura del Campus Creativo de la Universidad Andrés Bello, Patrick Spencer, viajó hace cuatro años a Canadá para participar en un entrenamiento de la organización The Climate Reality Project, fundada por Al Gore para informar a la ciudadanía sobre el cambio climático. Gracias a ello, hoy es parte de la red de Líderes por el Cambio Climático y adquirió el compromiso de difundir, gratuitamente y a toda la ciudadanía, conocimientos e iniciativas sobre el estado actual de esta problemática y sus soluciones. Fue por esta razón que el académico UNAB realizó un ciclo de charlas en distintos lugares para así generar conciencia sobre el cambio climático y la crisis medioambiental actual. En total, fueron 12 actividades en lugares como WeWork, Santiago College, Municipalidad de Lo Barnechea, Colegio Institución Teresiana, PwC y Colegios Monte Tabor & Nazaret, con las cuales llegó a unas 650 personas entre estudiantes – de 7° básico a 4° medio – y adultos. Sobre su decisión de desarrollar estas charlas, Patrick Spencer señala que se generó debido al “efecto COP 25” y al creciente interés que tiene la ciudadanía en informarse sobre estos temas. “El público al que apunté fue muy variado porque es algo transversal. Tiene que ver con nuestras empresas, lugares de trabajo, hogares, pero por sobre todo con la educación que le estamos dando a nuestras generaciones más jóvenes”. De esta forma, el profesional asegura que tuvo una gran recepción de parte de los asistentes y que fue muy gratificante obtener el feedback de ellos. Incluso, añade que prácticamente la mitad de las charlas se coordinaron en base al interés que generaron las anteriores. “Ex-alumnos de colegios que habían ido después querían compartir la experiencia con las personas de su comunidad o lugar de trabajo, por ejemplo”, dice. Pero no sólo hubo interés en la temática. “En general, los asistentes quedaron un poco preocupados por las conclusiones que pudieron obtener sobre el estado actual del cambio climático, lo que demuestra el importante grado de desinformación de esta crisis global. Sin embargo, la charla también hacía mucho hincapié en todas las posibilidades que tenemos de hacer frente a esto y que, finalmente, el poder cambiar esta situación está en todos nosotros”, manifiesta. Respecto a su rol como educador en estos temas de medio ambiente, el docente de Arquitectura indica que es relevante porque “creo que no se está haciendo lo suficiente. Me parece importante diferenciar entre ‘enseñar’ y ‘educar’. La primera hace referencia a la comunicación de conocimientos, mientras que la segunda se define como desarrollar facultades intelectuales, morales y afectivas”. Patrick Spencer agrega que “creo que en materia medioambiental hay bastante información en los medios de comunicación, pero pocas veces he visto la intención de generar conciencia de manera efectiva a un grupo de personas. En ese sentido, estoy convencido que nuestra labor como profesores no es solo traspasar información, sino que motivar al oyente a que se interese en un tema, vaya un paso más allá y tome acción”. Finalmente, cabe destacar que a mediados de septiembre, el profesor UNAB se irá a Inglaterra a estudiar un Máster en Diseño e Ingeniería Medioambiental (MSc) en University College London (UCL). El programa se centra en temas de diseño e ingeniería sostenible pensando en el futuro, tales como energías renovables, diseño solar, análisis de huella de carbono y el uso eficiente de recursos naturales. Publicación: Colegio Institución Teresiana. Alumnos de Iº medio sostuvieron un encuentro con Patrick Spencer, consultor medioambiental y miembro de The Climate Reality Project, quien expuso su charla “Hablemos de cambio climático".
En esta actividad se realizó una reflexión en torno a las emisiones de CO2 y a cómo, a nivel individual y colectivo, somos parte de esta temática (que va desde procesos industriales hasta la ropa que usamos o cómo nos transportamos). “Estamos en una cultura de consumo y un modelo de vida que requiere el uso de combustibles fósiles. El aumento del CO2 desde la primera revolución industrial ha generado un progresivo aumento en la temperatura”. Estamos en una situación de sobrecalentamiento crítica en la actualidad (1,1ºC). Si se llega a 1,5ºC se provocará un colapso a nivel global. Esto afecta mayoritariamente a países en estado de vulnerabilidad y pobreza, que no tienen acceso a agua potable (40% de la población mundial). “Una ola de calor puede causar muchos más estragos en estos lugares, que en países desarrollados. Ya no es sólo un tema de cambio de estaciones, sino que pasa a ser un tema de seguridad social”. Dentro de los cambios que hemos tenido en este tiempo, podemos ver que el 40% de la cobertura de hielo se ha perdido en las últimas décadas, el vórtice polar también ha variado (corrientes atmosféricas que mantienen la temperatura del planeta), y otras distintas situaciones que antes no se habían visto. Las temperaturas de los océanos también han aumentado, generando huracanes mucho más devastadores. “Estamos sufriendo una alteración del ciclo hidrológico de la tierra, el planeta se está secando, se pierden cosechas. Esto genera un impacto económico y social. El 70% del uso global de agua está siendo ocupado por la agricultura y ganadería. La contaminación del ambiente también incide en los procesos cognitivos del ser humano”. Patrick Spencer concluye que hay muchos factores de análisis en materias medioambientales, pero las soluciones positivas pueden también suceder de manera exponencial, si nos lo proponemos. La energías renovables, como la solar y eólica son uno de los mayores desafíos que tenemos en el corto plazo para enfrentar el desafío de la des-carbonización. Publicación: La Tercera. Quizás estás leyendo este artículo mientras estás haciendo shopping o mientras almuerzas. Quizás te importa el medio ambiente, realizas acciones que te han dicho son sustentables y piensas que estás generando un impacto positivo en el planeta. Pero quizás, no estás al tanto de la huella oculta que tiene tu estilo de vida. Bueno, esta columna es para ti.
¿Qué se nos viene a la mente cuando pensamos en conductas sustentables? Quizás pensamos en cerrar bien la llave del agua, apagar la luz, o usar un automóvil híbrido. Tiene sentido, ya que todas son conductas que nos han asegurado son piedras angulares de la sustentabilidad. Sin duda alguna, debiéramos adoptar la mayoría de éstas, pero ¿son lo más significativo que podemos hacer en términos medioambientales? En cuanto al uso del agua, por ejemplo, un grifo de lavamanos en mal estado que filtra una gota por minuto desperdiciará aproximadamente 128 litros de agua al año. No cerrar el mismo grifo mientras nos cepillamos los dientes, podría gastar unos 2.848 litros al año. Cifras que suenan alarmantes y que, por supuesto, hay que considerar. Sin embargo, sólo 1 par de pantalones blue jeans tiene una huella hídrica de producción que puede llegar a los 6.800 litros de agua. Por otra parte, 1 kilogramo de carne de vacuno tiene una huella de 15.500 litros de agua. Por lo tanto, ese corte de carne que uno “tira a la parrilla” sin pensarlo dos veces, tiene una huella hídrica que equivale a grifos filtrando agua en 121 casas durante un año completo. En términos de energía, las ampolletas LED han sido la gran consigna de ahorro energético en nuestros hogares. Sin embargo, la vivienda promedio en Chile usa cerca del 3% de su energía en iluminación. El 56% la energía se gasta en calefacción, debido a los mediocres estándares de reglamentación térmica con los que se han construido la mayoría de las viviendas en el país. En cuanto a emisiones de gases efecto invernadero, si se cambia 1 ampolleta tradicional por 1 ampolleta LED, esa vivienda estaría reduciendo cerca de 90 kilogramos de emisiones de CO2 anualmente. Por otra parte, 1 kilogramo de carne tiene una huella de 27 kilógramos de CO2. Si suponemos que en un asado promedio se consumen cerca de 3 kilogramos de carne, ya estaríamos perdiendo lo ahorrado por la ampolleta LED en cuanto emisiones. El dióxido de carbono y la contaminación del aire es un tema que solemos escuchar se resolverá con la electro-movilidad y los automóviles híbridos. Bueno, si hacemos el cálculo nos daremos cuenta de que un automóvil bencinero promedio emite cerca de 4,6 toneladas de CO2 al año. Paralelamente, la huella de fabricación de un auto híbrido puede ir entre las 6,0 y 35,0 toneladas de CO2. Esto significa que, si pensamos cambiar nuestro automóvil bencinero antiguo por una nueva SUV híbrida, la huella de CO2 de fabricación de esa SUV sería equivalente a seguir usando el automóvil antiguo durante unos 7 años. Esto no significa que no debamos cambiar nuestras ampolletas a tecnología LED o que no nos sumemos a la transición de la electro-movilidad. Simplemente significa que es importante considerar la huella oculta que hay detrás de nuestro estilo de vida, particularmente asociada a nuestra cultura de consumo. A medida que se amplifica la desconexión entre nuestro estilo de vida y los procesos que nos permiten tenerlo, la capacidad de evaluar nuestras propias conductas con una mirada crítica disminuye de manera sustancial. Nos encontramos inmersos en una sociedad donde nos alimentamos gracias al fast food, nos vestimos gracias al fast fashion y si algo no nos satisface, siempre podemos desecharlo ya que mañana encontraremos una nueva versión del producto y a un precio asequible. Por lo tanto, la próxima vez que pienses en sustentabilidad, recuerda cerrar bien la llave y bajarte de tu automóvil bencinero. Pero recuerda también ir un paso más allá y pensar en tu verdadera huella medioambiental. Esa huella indirecta, oculta e ignorada, que nos genera un gran daño del cual no nos estamos percatando. Publicación: Franca Magazine. Mientras el mundo pone su atención sobre la prohibición de bombillas y bolsas plásticas, hay un actor que se mueve sigilosamente en el fondo de esta película de terror medioambiental: la industria de la moda.
La fabricación de ropa y textiles forma parte del sector industrial es responsable de un 21% de las emisiones de gases efecto invernadero a nivel global. El consumo y la producción de ropa ha aumentado de manera importante en el último tiempo. Actualmente, se compran más de 80 billones de prendas al año. Esto es un aumento de un 400% con respecto a lo que comprábamos en el año 2000. Y si bien la población ha crecido –y por lo tanto tenemos más bocas que alimentar y más cuerpos que vestir– esa no es la única causa de este problema. La vida rápida Anteriormente se tenían dos recambios de ropa al año, separados en dos temporadas: otoño-invierno y primavera-verano. Hoy tenemos prácticamente 52 temporadas al año, con cadenas de retail como H&M, Zara y Forever 21 entre otras, que realizan recambios de ropa de manera semanal. Hemos entrado en el paradigma del fast fashion. Notar esto es muy importante, porque la industria de la moda tiene un considerable impacto medioambiental. La gran mayoría de las prendas se confeccionan a partir de algodón, que en ocasiones se encuentra genéticamente modificado y que además necesita de enormes cantidades de agua para producirse. A modo de ejemplo, una polera de algodón necesita de 2.700 litros de agua para fabricarse, mientras que un par de jeans tiene una huella que puede llegar a los 6.800 litros. Fácil de comprar, fácil de desechar Bueno, ¿pero qué vamos a hacer? Seguramente no vamos a dejar de vestirnos o usar ropa por el medioambiente. Una vez más –y similar a lo que ocurre con otros aspectos de nuestro estilo de vida, como nuestros hábitos alimenticios– el problema no radica en los productos de consumo, sino más bien en la forma en la que los estamos consumiendo. Un estudio realizado a 2.000 mujeres del Reino Unido el año 2015, indicó que las mujeres en promedio usan una prenda de ropa solo siete veces antes de desecharla. Esto significa que hay prendas que son utilizadas solo una vez en toda su vida útil. En el año 2013, el Wall Street Journal realizó un reportaje afirmando que las personas de nivel socioeconómico alto usan aproximadamente el 20% de su vestuario de manera regular. El 80% de las prendas pocas veces sale del clóset y por lo tanto termina siendo desechada. Estos hábitos nos han llevado a que, por ejemplo, una persona promedio en Estados Unidos, hoy, deseche más de 30 kilogramos de ropa al año. Tenemos que vestirnos para vivir, no vivir para vestirnos En un mundo donde lo barato, desechable y rápido está creciendo diariamente, es importante detenerse y tomarse el tiempo de cuestionar nuestros hábitos de consumo. Los conceptos de fast food, fast fashion y vida fast, al parecer no se irán a ningún lado por el momento. Pero, al menos, la próxima vez que pensemos en comprar ropa, podríamos pensar en cuánto uso realmente le vamos a dar. Además, ya que nos estamos tratando de acostumbrar a rechazar los famosos “plásticos de un solo uso”, aprovechemos también de reducir nuestro consumo de “ropa de un solo uso”. Le estaremos haciendo un favor a nuestros bolsillos y también al medioambiente. Publicación: La Tercera. Bolsas, bolsas y más bolsas. Al parecer, las bolsas de papel llegaron para quedarse. Probablemente tienes varias en tu casa y te las encuentras diariamente en distintos lugares. Bolsas de papel en supermercados, comercios y locales de comida. Es una de las principales medidas de sustentabilidad que se han adoptado últimamente en pos del medioambiente, con el objetivo de reemplazar a los plásticos de “un solo uso”. Una bolsa de papel tiene un impacto considerablemente menor que una bolsa plástica -ya que se puede reciclar- o al menos, eso hemos escuchado.
Se han conducido distintos estudios al respecto, intentando develar el verdadero impacto medioambiental que tiene la producción y uso de bolsas de distintos materiales. Resulta que producir una bolsa de papel requiere de cuatro veces más energía que producir una bolsa plástica. Además, organizaciones como la Agencia Medioambiental del Reino Unido (EA UK) han calculado la cantidad de veces que una bolsa debiese ser reutilizada, con el objetivo de tener un menor impacto medioambiental que una bolsa plástica tradicional. Esto significa, la cantidad de recursos que requiere para producirse versus la cantidad de veces que será utilizada y, por lo tanto, si su producción se justifica. El estudio mostró que las bolsas de papel debían usarse al menos tres veces, mientras que las bolsas plásticas debían usarse cuatro veces, para justificarse su producción. Una de las conclusiones más evidentes que se pudo obtener del estudio, es que el principal problema con las bolsas de papel radica en su baja durabilidad. Si una bolsa de papel termina por romperse antes de ser utilizada tres o más veces, entonces no existe un mayor beneficio en producirla a un mayor costo energético y medioambiental. Sin embargo, un argumento a favor de las bolsas de papel es que, si bien requieren de más energía para producirse y tienen una menor durabilidad, al menos se pueden reciclar. Esto es cierto, siempre que la bolsa efectivamente se termine reciclando, y es justamente ahí donde tenemos un gran problema. Aproximadamente el 91% de la basura en el mundo no se recicla. Por lo tanto, la mayor parte de esa basura termina en vertederos. Esto es particularmente importante y tiene que ver con el mecanismo de degradación de cualquier residuo. Cuando algo se desecha en condiciones naturales -como por ejemplo una fruta, desechos orgánicos o incluso un papel- se degrada de manera natural. Las moléculas de carbón (C) contenidas en su interior son liberadas lentamente hacia la atmósfera, que en parte contiene oxígeno (O2), generando dióxido de carbono (CO2). Sin embargo, esto rara vez ocurre en el mundo actual. La mayoría de los residuos no se degradan en espacios naturales, sino que lo hacen en vertederos y rellenos sanitarios. Un vertedero tiene condiciones muy particulares, lo que hace que los residuos se degraden de una manera muy diferente. En primer lugar, en un vertedero se genera un ambiente anaeróbico, ya que no hay mayor presencia de oxígeno, además de ser un espacio muy compacto y que en general se encuentra a altas temperaturas. Esto produce que las mismas moléculas de carbón se conviertan en metano (CH4), un gas efecto invernadero que puede ser hasta 30 veces más dañino que el dióxido de carbono (CO2). Por lo tanto, todos nuestros restos de comida, desechos e incluso nuestras bolsas de papel “reciclable”, pueden potencialmente terminar contribuyendo al cambio climático. Entonces, si es que decidimos escoger una bolsa de papel por sobre una bolsa de plástico, pero luego decidimos desechar esa bolsa con la facilidad a la que estamos acostumbrados, no le estamos haciendo ningún favor al medioambiente. Finalmente, no se trata sólo del material de los productos que consumimos, sino que de la forma en la que los consumimos. Lamentablemente no todo lo que brilla es oro, ni todo lo que es de papel es sustentable. Publicación: Futuro Renovable. El arquitecto Patrick Spencer analiza los desafíos que impone la ocurrencia de fenómenos como los ocurridos en la Región del Bío Bío. ¿Qué hacer para prevenir y cómo reconstruir? Hay algunas alternativas para mitigar el impacto.
"Si queremos hablar sobre los nuevos desafíos constructivos producto de catástrofes naturales, es imposible no mencionar el importante rol que tiene el cambio climático en este aspecto", explica el arquitecto Patrick Spencer, académico de la Universidad Andrés Bello, al analizar los efectos en las viviendas provocados por los tornados y trombas marinas que golpearon a Los Ángeles, Concepción y Talcahuano. "Una de las catástrofes naturales con mayor potencial de daño a nuestra infraestructura, es sin duda alguna, la tormenta tipo huracán o eventos climáticos similares", advierte el especialista. Si a esto se suma la propensión a sismos y otros tipos de desastres naturales que enfrenta el país, la exigencia que cae sobre la materialidad y diseño de una vivienda es mayor. Aquí es donde entran los conceptos de «mitigación» y «adaptación» al cambio climático, agrega Spencer y explica que, mientas la «mitigación» implica la atenuación del cambio climático, por ejemplo, mediante la reducción global de emisiones de gases efecto invernadero, la adaptación habla sobre cómo nos tenemos que adecuar a estos cambios que ya son inevitables (en algún grado. "En términos particularmente de la construcción e infraestructura de nuestras ciudades, hay todavía un largo camino por recorrer", asegura. De lo ocurrido en la Región del Bío Bío, por ejemplo, vimos que los techos de tejas asfálticas y zinc no resistieron. ¿Hay algún material que resista mejor y cómo resuelven esto los países que se ven expuestos a estos fenómenos? Sin duda alguna existen materiales y sistemas constructivos que puedan resistir mayores estragos. Sin embargo, prácticamente cualquier tipo de estructura ligera puede ser levantada por un fenómeno como un huracán o un tornado, debido a su considerable fuerza. Una alternativa podría ser construir con materiales pétreos de mayor densidad como el hormigón armado, sin embargo, esto podría resultar en un arma de doble filo. En la eventualidad que exista un terremoto o un tsunami, construcciones pesadas pueden generar incluso mayores estragos, puesto que se transforman en elementos que pueden impactar otras estructuras. No es por nada, que en zonas de EEUU que se encuentran vulnerables a tormentas tipo tornado, las personas acudan a refugiarse en espacios que se encuentran bajo tierra. ¿Y en temas de diseño? No se trata solo de los materiales que se escojan para construir, sino que también de la forma en la que decidamos hacerlo, en cuanto a aerodinámica. En eventos como estos, la fuerza del viento intenta levantar las estructuras horizontales, razón por la cual los techos son generalmente los primeros en ceder. Una vez que se ha producido una brecha en la construcción, el aumento de la presión interna provoca un fallo estructural. Por lo tanto, es importante que las techumbres tengan suficiente inclinación y que, en lo posible, no tengan elementos como aleros o extensiones que permitan ser una superficie de empuje para las corrientes de viento ascendentes. El mismo concepto se puede aplicar a la geometría general del edificio. Preferir formas curvas, evitando encuentros ortogonales y extensiones de muros que permitan generar resistencia, será muy útil para reducir los estragos producto de estos eventos climáticos. Los ventanales de vidrio tampoco resistieron. Qué pueden hacer quienes tienen sus viviendas en espacios abiertos donde el viento puede alcanzar mayor fuerza. ¿Sirven los postigos de madera, las persianas metálicas u otros? El problema con las ventanas y elementos acristalados en general, es que por supuesto se encuentran más predispuestos a quebrarse debido a su resistencia física y a que suelen ubicarse en las fachadas del edificio. La resistencia tiene que ver con la carga puntual (en kilogramos) que un elemento vidriado puede recibir, lo cual dependerá del tipo de cristal y su espesor (generalmente expresado en milímetros). El tamaño de la superficie vidriada también influye, puesto que, a mayor dimensionamiento del ventanal, el impacto de un objeto propulsado por el viento, podrá causar un mayor daño. Habiendo dicho lo anterior y sin importar las medidas que se puedan adoptar, es importante recordar que un cristal nunca tendrá la misma resistencia estructural que un muro opaco. Por lo tanto, y considerando que estos eventos en general son predecibles, es recomendable que las personas tengan implementado algún sistema de protección en los vanos (distancia entre apoyos de un elemento estructural) de sus hogares. Esto puede ser, desde paneles de madera que se coloquen mediante fijaciones de manera temporal por el exterior de la ventana, hasta cortinas metálicas motorizadas que permitan cubrir las ventanas en cuestión de segundos. ¿El grosor de los ventanales tiene también relevancia? ¿Qué se recomienda en este sentido? Si, el espesor de los elementos vidriados tiene una relación con su resistencia. Esto tiene que ver con la carga puntual y el peligro de quiebre por impactos, pero también con el «estrés térmico». El «estrés térmico» entra en juego cuando un área del cristal se calienta más que el área adyacente. Si el delta de temperatura es demasiado, entonces el vidrio se puede agrietar, haciéndolo más susceptible a rupturas. Por lo mismo, es importante preferir vidrios con tratamiento que permitan tener una mayor resistencia. El vidrio templado es bastante resistente y no es propenso a fallar debido al estrés térmico. El vidrio laminado se comporta de manera similar. Publicación: El Mercurio. En sus cinco años como consultor medioambiental y académico del área, Patrick Spencer, profesor de la Universidad Andrés Bello, se dio cuenta de que la gente tenía dificultades para tomar acción por el planeta. "Son temas tan complejos y tan del mundo de la academia que muchas veces la gente se pregunta qué puedo hacer yo si soy un carpintero, un psicólogo o un ingeniero. De ahí sale la idea de hacer una app." dice Spencer.
2030 Challenge es el nombre de la aplicación que lanzó el arquitecto en enero de este año. La plataforma, que se puede descargar gratuitamente para Android o iOS, enseña sobre los principales problemas que afectan al planeta e invita a realizar acciones concretas para combatirlos. Un ejemplo es la sección "Qué puedo hacer yo", donde se indican acciones simples para ayudar a combatir el problema consultado, como por ejemplo, plantar un árbol para luchar contra la deforestación. "Es como una pequeña plataforma de bolsillo para que todos puedan entender de manera simple de lo que estamos hablando" dice Spencer, de 29 años, quien ya piensa en cómo escalar su emprendimiento. "Perfectamente lo veo en colegios, donde los profesores les dicen a los alumnos que saquen los teléfonos, escojan una categoría y hagan un trabajo al respecto", cuenta el arquitecto, cuyo camino en el área comenzó cuando estaba en la universidad. "En mi proyecto de título hice un trabajo vinculado a temas de sustentabilidad, después me fui a Toronto a trabajar con una ONG y quedé motivado y también deprimido por todo lo que entendí sobre el tema. Finalmente, me fui alejando de la arquitectura y entendí que puedo trabajar y generar un impacto desde el mundo de la sustentabilidad". Publicación: La Tercera. La Tierra está enferma, ya no es ninguna novedad. Hemos diagnosticado al paciente y, al parecer, tiene un severo caso de “humanos”. Sin embargo -y a pesar de que seamos una de las principales causas de su enfermedad- simultáneamente estamos tomando el rol de doctores, intentando encontrar el mejor tratamiento posible.
Al igual que un niño que se encuentra desarrollando un cuadro de fiebre, la temperatura promedio superficial de la Tierra va en un aumento progresivo. Las causas y consecuencias de esta enfermedad son de conocimiento público. El aumento en emisiones de gases efecto invernadero ha alterado los patrones climáticos, derritiendo hielos y aumentando el nivel del mar, entre otras consecuencias. Sin embargo, no muchos conocen sobre el tratamiento que este paciente enfermo necesita, ni sobre la expectativa de vida que tiene. ¿Qué tanto le tenemos que bajar la temperatura a la Tierra? Actualmente, nos encontramos en un estado de sobrecalentamiento de aproximadamente +1°C en comparación a temperaturas preindustriales, anomalía que ya está mostrando importantes secuelas medioambientales. En el año 2015, se llevó a cabo la COP 21 en París, cumbre medioambiental donde se estableció como meta crucial mantener la temperatura de la Tierra en un umbral máximo de +2°C. Luego, en 2018, se publicó un reporte del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) advirtiendo sobre los peligros de llegar a los +2°C, haciendo énfasis en que el objetivo debiese ser limitar el aumento de temperaturas a +1,5°C. Las diferencias entre ambos umbrales serían considerables: las olas de calor aumentarían en 2,6 veces y el nivel del mar en 60 mm adicionales, la pérdida de biodiversidad podría llegar al doble y los arrecifes de coral podrían desaparecer prácticamente por completo. Entonces, las pregunta que muchos se hacen son: ¿estamos cumpliendo los compromisos suficientes para limitar estas catástrofes medioambientales? y ¿podremos llegar a limitar la temperatura promedio hasta +1,5°C? La respuesta no es muy auspiciosa. En base a las políticas globales actuales, nos encontramos en vías de llegar a una anomalía de temperatura de +3,3°C a fines de este siglo. Incluso si es que hacemos la suposición que todos los países se comprometerán a llevar a cabo las políticas más optimistas, que han sido presentadas hasta el momento, estaríamos hablando de un aumento de aproximadamente +3,0°C. Las organizaciones científicas que han calculado estas proyecciones incluso señalan que son escenarios conservadores, advirtiendo que, si no se incorporan oportunamente políticas de reducción de emisiones de gases efecto invernadero, podríamos fácilmente llegar a un escenario de +4,0°C. A nivel país, el comportamiento de Chile en cuanto a políticas de cambio climático se encuentra catalogado como “altamente insuficiente” para cumplir las metas propuestas en la COP 21. De hecho, como métrica referencial se señala que, si todos los países del mundo tuviesen el nivel de acción que tiene Chile, llegaríamos a superar los +4°C a fines de este siglo. En diciembre de este año se celebrará la COP 25 en Chile. Sin embargo, todavía está por verse si será una verdadera ocasión de celebración. Es evidente que nuestras ambiciones actuales no son suficientes para compensar el impacto medioambiental que hemos generado en el planeta. Por lo tanto, es fundamental enfatizar la urgencia por tomar acción, y por, sobre todo, respaldar esas buenas intenciones con políticas, leyes y herramientas de gobernanza que obliguen a cumplir los objetivos necesarios para comenzar a resolver este problema. Aun así, fuimos testigos de cómo en la misma COP 21 -donde se firmaron acuerdos legalmente vinculantes- hubo países que posteriormente decidieron no cumplir con sus compromisos de reducción de emisiones. Esperemos que, en esta ocasión, no nos quedemos en buenas intenciones y entendamos que no solo se encuentra en juego nuestro medioambiente o el mundo natural, sino también nuestro propio bienestar y capacidad de subsistir como especie. En muchos sentidos, somos el virus que tiene a este paciente con fiebre. Ahora tenemos que darnos cuenta de que también podemos ser su doctor, ya que está a nuestro alcance el tratamiento. Publicación: Revista del Cobre y la Industria. LA MADERA EN EL FUTURO
Para el académico de la carrera de arquitectura de la Universidad Andrés Bello, Patrick Spencer, es interesante el cambio de paradigma que empieza a gestarse a partir de estos proyectos. "El rubro de la construcción en general es bastante normado y tradicionalista; cuando se trata de incorporar nuevos materiales, puede ser complicado, por lo que hacerlo desde el ámbito social es un muy buen referente", acota. "Si bien no hay mucha información con respecto al Edificio Icónico Rancagua, en definitiva es prometedor el concepto". El CLT o madera contra-laminada tiene diversas propiedades que hacen más eficiente el manejo de la temperatura en las viviendas, por su menor conductividad térmica en comparación a otros sistemas tradicionales. Además, se logra reducir bastante la huella incorporada de CO2", destaca el arquitecto y docente de la UNAB. No hay que desconocer que en general, existen falsas creencias con respecto a las construcciones en madera. Las principales tienen que ver con lo que pasa con este tipo de viviendas ante un incendio o terremoto. Sobre esto, Spencer señala que ante el fuego, existen regulaciones normadas que todo tipo de construcción debe cumplir. "Es lo mismo que con el hormigón u otros materiales, se deben respetar las normas F60, F90, F120 según corresponda (que se refiere a los minutos que una estructura debe resistir antes colapsar) que aplica como reglamentación obligatoria", explica. Ante movimientos telúricos, el académico señala que la madera tiene propiedades anti-sísmicas naturales. "Este material combina resistencia y flexibilidad, por lo que disipa las ondas sísmicas de buena forma. Como puede oscilar con mayor facilidad que otras estructuras, la tendencia es creer que es menos resistente o seguro, pero es todo lo contrario", concluye el especialista. (Página 49 -51) Publicación: Diario Sustentable. Una señora y su hijo se sientan en un restaurant de sushi. Luego de hacer el pedido, la señora le dice al mesero: “Las bebidas las puede traer sin bombilla, por favor”.
Cuando el hijo le pregunta el motivo de su comentario, la señora le explica: “Es que las bombillas son muy peligrosas para los animales que se encuentran en el océano y debemos actuar de forma sustentable”. Lo que la señora no sabe, es que su pedido de sushi tiene una huella plástica considerablemente mayor que la de esa bombilla. Ubicada entre Hawaii y California, la Gran Isla de Basura del Pacífico (GIBP) es un claro ejemplo de los extremos a los cuales ha llegado la contaminación plástica oceánica. Teniendo una superficie equivalente a 3 veces el tamaño de Francia, la GIBP es la más grande de distintas acumulaciones de basura, que hoy se encuentran flotando en diversos océanos del planeta. El problema es grave: durante los últimos 10 años, hemos producido más plástico que durante todo el siglo pasado. Cerca de 300 millones de toneladas de plástico son producidas cada año. De todo ese plástico, aproximadamente 8 millones de toneladas terminan directamente en el océano. Se estima que apenas un 9% de todo el plástico producido globalmente, termina siendo reciclado. Esto tiene consecuencias evidentes para la flora y fauna marina. Aves costeras en sectores como Australia, han mostrado tener hasta 35 piezas de plástico en sus cavidades estomacales. Especies de mayor tamaño, como ballenas, han llegado a tener hasta 250 piezas. Un escenario realmente espeluznante en términos de sustentabilidad y preservación de la biodiversidad. Resulta indiscutible entonces, argumentar que no debemos usar bombillas o bolsas plásticas, y desde luego, que es importante reducir el uso de plásticos de “un solo uso”. Pero volvamos rápidamente a la GIBP. Siendo la isla de basura oceánica más grande del mundo, es sin duda un caso representativo de la contaminación plástica que está sufriendo nuestro planeta. La organización The Ocean Cleanup, comprometida a limpiar los océanos del mundo, hizo un estudio en 2018 para determinar los contenidos encontrados en esta isla de basura marina. Resulta que de las 80 mil toneladas de plástico que se encuentran en la isla, la mayoría proviene de equipamiento y artículos de pesca. No solamente eso, sino que un alarmante 46% del plástico, consiste únicamente en mallas de pesca que han sido cortadas o descartadas durante actividades pesqueras. Las bombillas por otro lado, representan aproximadamente un 0,03% del plástico encontrado en el océano. El resto de los residuos se compone de elementos como: cuerdas, trampas, bolsas de pesca, separadores y boyas. Todos elementos plásticos -utilizados de manera indiscriminada y desechable- durante los procesos de pesca masiva e industrializada que actualmente se llevan a cabo en distintos lugares del mundo. Entonces, volviendo al restaurant de sushi, quizás es importante replantearnos el problema del plástico. Si bien nuestro uso de plásticos desechables como las bolsas y bombillas tiene un impacto medioambiental, nuestros hábitos de consumo pueden llegar a tener consecuencias considerablemente mayores. Se estima que para el año 2050, habrá más plástico que peces en el océano. Dependerá sólo de nosotros escribir el futuro de nuestros océanos, y encargarnos de que este macabro pronóstico, no se cumpla. Transmisión: CNN Chile. En nuestra sección “Imperdibles Futuro 360”, como siempre, les compartimos informaciones de actualidad, datos útiles y recomendaciones. Llevamos años escuchando sobre la amenaza el cambio climático, sin embargo, no siempre entendemos o dimensionamos sus efectos.
La aplicación móvil “2030 Challenge”, desarrollada por el arquitecto Patrick Spencer de la Universidad Andrés Bello, entrega una solución. De forma didáctica, explica problemas a través de diferentes secciones: Aire, Energía, Nivel del Mar y Alimentación, entre otras, además de una denominada “¿Qué puedo hacer yo?” Esta última, indica acciones simples que uno puede hacer en día a día y que ayudan a combatir colaborativamente este fenómeno mundial. Además, tiene un contador de huella de carbono para analizar cuánto estamos contaminado a diario. Les recomendamos esta aplicación, que es muy útil. Publicación: La Tercera. Juan se acaba de enterar que en su empresa se está organizando una huelga para exigir mejores salarios a todos los empleados. Entre sus compañeros se corre la voz para que todos participen, ya que así la huelga sería más efectiva. Luego de pensarlo unos minutos, Juan concluye que pueden ocurrir una de dos cosas: que efectivamente se consiga el aumento salarial o bien, que las cosas sigan como están. En el primer escenario, Juan asume que, si la huelga consigue su objetivo, se verá beneficiado por la mejora salarial, pero si así no fuera, probablemente sería mejor no adherirse para mantener buenas relaciones con sus superiores. El único problema es que, si todos los empleados pensaran igual que Juan, los potenciales beneficios nunca se harían realidad. Esto es lo que se conoce como “Teoría de juegos” y describe una variedad de escenarios y situaciones sociales donde la participación de la ciudadanía se ve condicionada por el razonamiento individual que cada uno tiene. Las decisiones que tomamos se ven afectadas por distintos factores, como, por ejemplo, los beneficios que podríamos llegar a obtener de dicha participación versus el riesgo o esfuerzo en participar. Es en este contexto que aparece el concepto de “cooperadores condicionales”. Psicólogos y neurobiólogos han usado este término para describir lo que, al parecer, sería gran parte de la población mundial. La palabra “cooperar” tiene como significado “trabajar junto a otros por un objetivo común”. Básicamente, un cooperador condicional está dispuesto a cooperar en una causa o problema sólo si es que siente que hay suficientes personas dispuestas a hacerlo. Es decir, en general, los seres humanos no nos encontramos dispuestos a hacer sacrificios individuales, si no que preferimos sumarnos a iniciativas colectivas donde otras personas ya tomaron ese primer paso. En materia de sustentabilidad y conciencia medioambiental ocurre algo similar. El impacto individual suele subestimarse: ¿para qué voy a reciclar si sólo soy una persona? Un claro ejemplo de esto ha sido la incorporación de la comida vegetariana o vegana en nuestra dieta. En Estados Unidos, en el 2014 sólo un 1% de la población se identificaba como vegana y en el 2017 esta cifra aumentó a un 6%. Esto puede no parecer mucho, pero es un aumento de un 600% en un período de sólo 3 años. Tendencia que, según predicciones de distintos lugares del mundo, seguirá en aumento. Esto debido al cambio cultural y a la creciente oferta de alternativas vegetarianas o veganas, lo cual, a su vez, se debe al aumento de demanda por parte de la ciudadanía. Este es sólo un ejemplo de conductas individuales que terminan resultando en una cooperación colectiva. Una interrogante que queda en el aire es si lograremos dejar de lado nuestros intereses individuales a tiempo para trabajar de manera conjunta y así obtener los mayores dividendos a futuro como especie. Luchar contra nuestro instinto racional individualista para dar paso a conductas que nos permitan garantizar nuestra supervivencia colectiva. A fin de cuentas, al ayudar al otro, también nos estamos ayudando a nosotros mismos, a nuestros hijos, nietos y a las futuras generaciones por venir. Publicación: Diario Sustentable. UNA CONVERSACIÓN SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO CON SU SOBRINA DE DOCE AÑOS MOTIVÓ A PATRICK SPENCER GROVE A CREAR LA APLICACIÓN “2030 CHALLENGE”, DE DESCARGA GRATUITA PARA IOS Y ANDROID, QUE AYUDA A COMPRENDER LOS ACTUALES CONFLICTOS MEDIO AMBIENTALES, DERIVADOS DEL CALENTAMIENTO GLOBAL.
“Hablando con ella sobre el derretimiento de hielo en los polos, el calentamiento de la tierra y el aumento de las temperaturas, me di cuenta que no hay fuentes que integren esta información de manera sencilla”, asegura Patrick al Diario Sustentable. El arquitecto especializado en sustentabilidad y eficiencia energética, con años de docencia y motivado por la resolución de problemáticas medio ambientales, ideó una aplicación interactiva basado en los conocimientos que adquirió en Canadá, Australia y Chile. Se propuso evitar el lenguaje técnico, las cifras inentendibles y los términos complejos, para acercar el fenómeno del cambio climático a escolares y adultos, pero también para aportar con soluciones cotidianas al respecto. “Lo principal era que los niños la entendieran, porque ellos son parte de la generación que debe cambiar la forma de lidiar con este problema, por lo que es crucial que la app sea amigable con este segmento”, recalca Patrick. La innovadora herramienta móvil fue lanzada recién en enero y ya cuenta con 1.600 descargas y una excelente valoración, gracias a que vincula de manera sencilla a la ciudadanía con los conflictos y el cuidado medio ambiental.Además, ofrece diversos consejos para moverse, comprar, comer y consumir en la ciudad, de una forma mucho más sustentable y llamativa. El consultor medio ambiental señala que no fue fácil “aterrizar” la información al usuario, debido a lo difícil que es desprenderse de los conceptos académicos y los datos complicados, con el propósito de interesar y captar la atención de los más jóvenes. “Nos quedan solo once años para actuar antes de que las principales consecuencias del cambio climático se agraven y el medio ambiente se deteriore aún más”, alerta el también profesor de la Universidad Andrés Bello, en relación al nombre que eligió. La app se abastece de informes de la NASA, entre tantos otros, y sigue las enseñanzas del ex vicepresidente de Estados Unidos y reconocido activista, Al Gore, de quien Patrick aprendió en una charla en Toronto en 2013. Educar “desde la familiaridad de lo conocido” es la prioridad, dice, por lo que utiliza los kilómetros recorridos en un auto para explicar la huella de carbono de la carne de vacuno, por ejemplo. Se basa además en bidones o piscinas con agua para hablar de la huella hídrica de una persona o los litros que se gastan en una ducha o en un simple lavado de manos. “Si tengo una hora y media a alguien sentado y le explico con gráficos y curvas de temperatura, podrá estar muy interesado pero al terminar se le va a olvidar todo”, sostiene, en relación al “error de comunicación” que se produce al tratar el tema. Lo opuesto es 2030 Challenge, que busca “informar de manera simple y pragmática, para luego motivar al usuario a tomar acciones”, añade Patrick y confirma que la app se actualizará de manera constante, de acuerdo al acontecer mundial y los nuevos datos que surjan en torno al cambio climático. La iniciativa ya ha sido promocionada en medios y redes sociales, y en una próxima etapa espera ser introducida a colegios y organismos dedicados a la educación, para que los alumnos tengan todo el material “al alcance de un dedo”. El experto confiesa que ha tenido que leer más de una vez un escrito relacionado al tema, “porque es lenguaje es muy complicado”, razón que lo ha motivado a ser un puente entre el mundo científico y los jóvenes. Patrick busca ahora contactos y recursos para apoyar el desarrollo de la aplicación con expertos en programación, con el objetivo de cuantificar cada acción para que “a fines de año podamos decir cuánto hemos contribuido al planeta”. Se enteró hace poco que su aplicación ha enriquecido el debate en cenas familiares, reuniones de amigos y clases universitarias, lo que considera más útil que haber creado una página web o un perfil en redes sociales, ya que es “práctica y cómoda”. “Se puede actualizar, compartir, eliminar y volver a descargar”, concluye el académico, asiduo a las historias de Instagram para motivar a sus alumnos del ramo “Arquitectura Sustentable” de la Andrés Bello Publicación: El Mercurio. ![]() Pequeño, exclusivo, lujoso. Estos son algunos términos con los que asociamos el concepto “boutique”. Derivado de la palabra francesa que significa “tienda pequeña”, al parecer este concepto llegó para quedarse en el mercado mundial y Chile no es la excepción. En Santiago, se pueden encontrar distintos tipos de comercio y proyectos boutique. Entonces, ¿qué tipo de experiencia ofrece una iniciativa boutique y en qué se diferencia de una común? Mientras en el pasado se asociaba el lujo con el derroche de recursos, hoy los consumidores de experiencias boutique ven un valor agregado en un proyecto que incorpora conceptos como el bienestar y la sustentabilidad. Esto se puede materializar en proyectos del segmento comercial, residencial e incluso hotelero. Cuando se habla de un proyecto sustentable se puede asociar a distintas estrategias de sustentabilidad o responsabilidad medioambiental. Algunos ejemplos, son la incorporación de aislación térmica continua, cristales de alto performance energético, fachadas ventiladas, protecciones solares y sistemas activos de alta eficiencia en materia de climatización, iluminación y agua caliente sanitaria. Incluso, hoy en día estamos viendo la incorporación de domótica mediante la automatización de la arquitectura gracias a la tecnología. Proyectos sustentables que contemplan una o varias de estas estrategias van al alza. En primer lugar, por temas de responsabilidad medioambiental, y porque este modelo de negocio ha demostrado ser rentable en el tiempo, además de permitir a inmobiliarias y mandantes elevar la plusvalía de sus proyectos. Por lo tanto, suele aparecer la pregunta de cómo se costea esta sobreinversión, ¿realmente se pagan a sí mismos los proyectos sustentables? Lo cierto es que medidas de sustentabilidad y eficiencia energética que son implementadas de manera óptima han probado rendir frutos. Esto es básicamente, entregando buenos retornos de inversión y ahorros monetarios a largo plazo. Sin embargo, existen beneficios indirectos aún más significativos, que en muchas ocasiones son ignorados. Por ejemplo, estudios han demostrado que los alumnos que se encuentran expuestos a iluminación natural mejoran sus calificaciones en un 26% y que pacientes en hospitales con habitaciones que tienen vistas al exterior, piden 30% menos medicamentos para el dolor y tienen estadías más cortas. Asimismo, empleados que trabajan en lugares conectados con la naturaleza, muestran mayores índices de productividad y felicidad. En este ámbito es que aparecen las “certificaciones verdes” como LEED (Leadership in Energy and Environmental Design) y WELL, del International Well Building Institute, entre otras. Estas certificaciones funcionan como sistemas de calificación que permiten evaluar y recompensar la incorporación de distintas estrategias de sustentabilidad en un proyecto. Son muchos los beneficios que puede traer plantearse el desarrollo de un modelo de negocios desde un punto de vista sustentable. En este sentido, es esencial entender que los beneficios no son únicamente medioambientales, sino que de “triple impacto”, ya que cualquier iniciativa sustentable exitosa logrará hacerse cargo del bienestar social, económico y medioambiental, obteniendo frutos en estos aspectos a largo plazo. ¿Qué le depara a Chile en cuanto a proyectos boutique? Probablemente seguiremos viendo la incorporación de conceptos de sustentabilidad en el mercado debido a la creciente demanda por parte de los consumidores, tanto de productos como de experiencias. Dicha demanda deberá ser compensada con una oferta por parte del mercado, la cual ya se encuentra creciendo rápidamente. Por otra parte, casos de éxito de proyectos boutique sustentables fomentan una sana competencia dentro de la industria, elevando el nivel y las expectativas del consumidor, transformándose en un ejemplo a seguir para futuras iniciativas. Sólo queda por ver quién será el próximo en dar el siguiente paso y con qué nos sorprenderá. Entrevista: Profesor de arquitectura crea aplicación para educar sobre temas medioambientales3/12/2019
Publicación: Universidad Andrés Bello. Patrick Spencer, arquitecto, alumni de la Universidad Andrés Bello y hoy profesor de Campus Creativo, lleva mucho tiempo interesado en temas de medio ambiente y sustentabilidad.
Debido a esta experiencia, varias personas le han planteado a lo largo de los años que los problemas medioambientales como el cambio climático, la deforestación o los residuos plásticos en el océano son complejos de entender, ya que generalmente se tratan desde una mirada científica y académica, utilizando una gran cantidad de cifras. Por esta razón, Patrick creó “2030 Challenge”, aplicación gratuita para dispositivos móviles y tablets que ya alcanzó las 3.000 descargas, dirigida a todo tipo de público que quiera aprender sobre estos temas de una manera simple y pragmática. “Hay una necesidad, intención y ganas de la gente por entender esto, pero no siempre se puede porque no se aterriza a la vida cotidiana. De ahí nace la idea de esta app que es una especie de enciclopedia de bolsillo”, cuenta el académico UNAB. En la aplicación se pueden escoger categorías de impacto ambiental, encontrar una explicación del problema, una solución a nivel macro y también la sección de “Qué puedo hacer yo”, donde se indican acciones simples para ayudar a combatir colaborativamente el problema consultado. El arquitecto explica que, por ejemplo, en la sección de deforestación se puede plantar un árbol en el sur de Chile, acción que después es concretada por la Fundación Reforestemos. Asimismo, en el ítem de emisiones de CO2 hay una calculadora externa donde se pueden ingresar los hábitos de consumo de comida o de viajes para saber cuáles son nuestras emisiones y así reducir la huella de carbono. Respecto a los pasos a seguir con “2030 Challenge”, Patrick cuenta que quiere lograr medir las acciones que se realicen gracias a la aplicación. “La idea es que podamos decir que en el año 2019 se redujo tanta cantidad de emisiones de carbono, por ejemplo, con los actos registrados en ‘2030 Challenge’, para eso voy a necesitar más capacidad de inversión y ayuda de un profesional de programación, pero es el siguiente paso”. Uno de los temas medioambientales que se ha tomado la agenda pública ha sido la cantidad de plástico que hay en nuestros océanos. Por ello, se han iniciado campañas potentes en contra del uso de las bolsas y bombillas plásticas. Consultado por esto, el profesor de Campus Creativo dice que “hay que ser optimista y pensar que Chile va en el camino correcto, pero cuando me hablan de las bombillas como el gran enemigo tiendo a escarbar un poco más allá y creo que no es una medida suficiente”. Así, señala un estudio del año pasado de Bloomberg Business que determinó que, de todo el plástico en el océano, un 0,03% son bombillas y un 46% mallas de pesca industrial masiva. “Cuando se hacen campañas contra las bombillas me parece sumamente sano, pero hay que tener cuidado de no responsabilizarlas de un problema que es mucho mayor. Hay que reducir su uso, por supuesto que sí, pero no podemos quedarnos conformes con eso”, añade. Es por esto que Patrick Spencer recalca el rol que tienen los docentes y las distintas entidades de concientizar de manera efectiva a la población, sin alarmar ni exagerar, pero sí haciendo énfasis en los puntos que son relevantes. Y, asimismo, afirma, la población tiene el deber de informarse, cuestionar e ir un paso más allá. Ahí radica la importancia de iniciativas como “2030 Challenge” que promueven la información y la acción ante situaciones tan importantes para nuestra sociedad. “Yo invito a las personas a ser escépticas de estos temas, de lo bueno y lo malo, pero eso debe venir de la mano con investigar y conocer. Creo que tener estas conversaciones con la familia y los amigos hacen que ya no sean temas tan tabúes y que nos podamos contagiar todos con esta inquietud y así actuar al respecto”, manifiesta el profesor UNAB. Publicación: Inmunes Sustentabilidad Colaborativa. “2030 Challenge” es una nueva plataforma educacional abierta, que permite entender algunos de los principales problemas medioambientales de nuestros tiempos. Esta nueva aplicación enseña principalmente sobre el cambio climático, la contaminación, energías renovables, etc.
¿Qué fue lo que te motivó de crear una organización medioambiental? Lo que más me motivó a crear "2030 Challenge" fue identificar una necesidad latente por informar a la ciudadanía sobre distintas problemáticas medioambientales. Cuando uno busca información en materia de cambio climático, plástico en el océano o deforestación, por ejemplo, hay que ir recogiendo pequeños datos y trozos de información para poder armar un panorama global. En ese sentido, informar de manera simple y articulada es crucial, pero no podemos quedarnos ahí: después de informar, hay que motivar. Muchas personas sienten impotencia y frustración al no saber que hacer con problemas tan complejos. "Si el problema es tan grande y grave, entonces mis acciones importan poco". Aquí es donde entra en juego el segundo componente de la app, que llama a tomar acción por un problema de forma práctica y sencilla. En este sentido, "2030 Challenge" busca gatillar una inquietud en las personas e impulsarlas a que sigan hacia adelante en su motivación de contribuir a la restauración del medioambiente. ¿Quiénes son los creadores del proyecto y cúando lo crearon? Mi nombre es Patrick Spencer Grove y yo mismo cree la aplicación y la comencé a desarrollar a mediados del año pasado. Fue publicada por primera vez en App Store y Play Store en Enero de 2019. ¿En qué consiste "2030 Challenge? "2030 Challenge" es una app educacional que permite a personas de todo tipo, entender algunos de los principales problemas medioambientales y cómo tomar acción para ayudar a resolverlos. El lema de la app es "Restaurando nuestro planeta, una acción a la vez". Funciona mediante categorías de impacto ambiental y cada categoría tiene tres secciones. Primero, una breve descripción del problema. Segundo, sus posibles soluciones a nivel macro y global. Tercero, lo que cada uno puede hacer para contribuir desde su vida cotidiana. Para cada problema, la app ofrece consejos y guías para llevar una vida más amigable con el medioambiente, además de motivar al usuario a "tomar acción" mediante uno de los recursos externos. Las personas pueden calcular su emisión de CO2, su huella plástica, inscribirse en una fundación medioambientalista o incluso plantar un árbol desde su smartphone. ¿Por qué encuentras importante crear conciencia en la personas sobre sus impactos medioambientales en el consumo y manera de producir? Un problema global, necesita ser atacado y resuelto de manera global. Por una parte, es importante que la economía, la industria y los gobiernos puedan actuar en materia de regulación y legislación. Por otro lado, la ciudadanía también debe ser protagonista, puesto que gran parte de los cambios que necesitamos son de carácter cultural y tienen que ver con nuestro estilo de vida. El uso de combustibles fósiles, consumo de recursos naturales (sin permitir ciclos de renovación natural) y la contaminación de nuestro medioambiente en general, nace de forma importante a partir de nuestro estilo de vida. Si se logra concientizar de manera efectiva a la ciudadanía, además de ofrecerle las herramientas adecuadas para lograr estos cambios, al menos estaremos apuntando en el rumbo correcto, creo yo. ¿Qué opinas de la sustentabilidad en la manera de consumir y la manera de producir? ¿En qué puede ayudar tú proyecto en generar conciencia sustentable? La producción y consumo es clave para entender este tipo de problemas. Esto se debe a que muchas veces lo que más cuesta entender, es el impacto que tiene nuestro estilo de vida, en temas como comida y ropa. Un buen ejemplo de esto, es el que podemos ver en materia de agua. Probablemente la primera recomendación que se le viene a la mente a una persona cuando le hablan de ahorro de agua, es cerrar la llave mientras uno se lava los dientes. Haciendo un cálculo estimado, uno podría ahorrar aproximadamente 2.800 litros de agua en un año. Eso es mucha agua, sin duda. Sin embargo, para fabricar un sólo par de pantalones tipo "blue jean" se pueden llegar a usar cerca de 6.800 litros de agua. Cuando uno le dice eso a alguien y luego la persona se pone a pensar sobre cuántos blue jeans se ha comprado en el año, la interpretación del problema cambia. En este sentido, uno de los temas en los cuales "2030 Challenge" hace énfasis, es en lo que llamo la "huella oculta". Esto no habla sobre lo que consumimos de forma directa, sino más bien sobre la huella indirecta que tienen nuestros teléfonos, televisores, ropa y desde luego, nuestra comida. Publicación: Red Pacto Global. “2030 Challenge” es una nueva plataforma educacional que permite entender algunos de los principales problemas medioambientales de nuestros tiempos. Esta nueva aplicación enseña principalmente sobre el cambio climático, la contaminación, energías renovables, entre otros temas. Además de contar con una sección para conocer lo que tú puedes hacer para ayudar a resolver estos desafíos, de forma simple y práctica.
El objetivo de esta aplicación tiene relación con en el cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia. Enfocado principalmente en uno de los 4 pilares en materia de sostenibilidad sobre el cuidado del medio ambiente, derivado de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y Desarrollo. En relación al criterio de precaución respecto a los problemas ambientales, iniciativas para promover una mayor responsabilidad ambiental y alentar al desarrollo y difusión de tecnologías inocuas para el medio ambiente. Patrick Spencer Grove creador de “2030 Challenge”, es profesor universitario y medioambientalista. Su principal motivación para la creación de esta aplicación fue idear una forma diferente y didáctica de comunicar la gran complejidad que significa expresar conocimientos con respecto al cambio climático y otros problemas ambientales. Por ello, se creo esta herramienta para servir de forma introductoria, especialmente a jóvenes y estudiantes, que quieran ayudar a restaurar el medio ambiente. Cabe destacar que la aplicación se encuentra disponible de manera gratuita para sistema operativo de Apple y Androide. Una buena opción para informarse, tomar acción y ser parte del desafío global. Publicación: UChile. La palabra “economía” nace etimológicamente del concepto griego de “oikos” cuyo significado era “hogar” - y posteriormente “oikonomia” - que significara “administración del hogar”. La palabra “ecología”, incorpora el concepto de “oikos”, agregando “logía” – derivado del término “logos” - lo cual se traduce indirectamente en “ciencia”.
Resulta paradójico entonces, que estas dos palabras hermanas hayan nacido de un mismo concepto, siendo que hoy, parecieran asumir un rol antagónico en lo que respecta al desarrollo humano. Si la Tierra es nuestro hogar, ¿Cómo la debemos administrar? ¿Desde un punto de vista económico o ecológico? Afortunadamente, la ciencia ha permitido vincular estas dos perspectivas de desarrollo y entregarnos una visión holística sobre esta interrogante. William Nordhaus fue uno de los recientes ganadores del Premio Nobel en Ciencias Económicas. Una de las razones por las que fue galardonado, fue por lograr crear un modelo económico que fuese capaz de cuantificar de manera efectiva los impactos medioambientales - como el cambio climático - en materia económica. La ocurrencia de eventos climáticos extremos ha aumentado considerablemente durante los últimos años, generando pérdidas del orden de $320 billones de dólares a nivel mundial durante 2017, según el Insurance Information Institute. Esto implica, que incluso quienes aún miran con escepticismo las problemáticas medioambientales, deben comprender que existe una dependencia inevitable entre “economía” y “ecología”. Algo que ya no trata únicamente de un tema de responsabilidad moral, sino que de supervivencia social y financiera a nivel global. Resulta crítico entonces, reconocer esta realidad tanto en sus oportunidades como en sus amenazas, para reconciliar estos dos conceptos en pos de nuestro propio bienestar. Sólo de esa forma seremos capaces de volver a administrar de manera adecuada, este mundo que llamamos nuestro hogar. |
AutorPatrick Spencer Grove Archivos
November 2022
Categorías
All
|